(PUBLICADO EN «DIARIO MEDICO» EL LUNES 28 DE SEPTIEMBRE 2009)
Es médico rural y piloto de vuelo acrobático. Acaba de ganar, con su miguel gabriel piloto y medicotripulante -el farmacéutico Antonio Carrasco-, la vuelta aérea a España y la Copa del Rey. Es «esencial y vocacionalmente médico de pueblo». Trabaja en Cistierna (León) desde hace 21 años, ahora como médico de área para el Sacyl
Miguel, es también médico examinador aéreo, Premio Muñoz Cariñanos y Vocal de la actual Junta de la SEMA, a continuación puedes leer la entrevista que se publicó en Diario Médico en Septiembre/2009
También pasa consulta de Medicina de Familia, Traumatología y Medicina Aeronáutica en casa, y no le ha faltado tiempo para practicar durante cinco años la medicina forense en los juzgados de Cistierna y Sahagún. Dice que lo de ser médico lo lleva en la sangre, y lo de volar también. Miguel de Gabriel responde a esta entrevista mientras está en un hangar situado en algún punto de la geografía portuguesa, a punto de cubrir una etapa más del Raid Ibérico con un avión clásico del Aeroclub de León (una PA 28 que suma 40 años).
Acaba de ganar -con su tripulante, el farmacéutico Antonio Carrasco- la vuelta aérea a España y la Copa del Rey. Después de unos días de trabajo volverá a la carga para participar con un ultraligero en el que es probablemente el circuito aeronáutico más prestigioso: el rally Toulouse (Francia)-Saint Louis (Senegal).
¿En qué consiste?
-Son casi 10.000 kilómetros de vuelo en conmemoración de la tradicional ruta que recorrió Jean Mermoz en su entrega de correo postal. Es una competición de aeroplanos antiguos que siguen el recorrido de la Aeropostale -la primera compañía aérea del mundo- de la que fueron pilotos Mermoz, Saint Exupery y otras leyendas de la aviación.
¿Cuántas horas de vuelo acumula al año?
-Mis vacaciones están siendo para el vuelo, pero es una excepción. Habitualmente vuelo una vez a la semana si hace buen tiempo y tengo un avión disponible. Al año son unas 50 horas, y como mucho participo en un evento de este tipo. Este año ha sido una locura: cambiar guardias, adelantar trabajo… y sobre todo contar con mi mujer, que es un encanto, y no me ha puesto las maletas en la puerta.
¿Cuándo aterrizó en esta afición?
-Empecé a volar en un avión ultraligero -de los primeros- hace unos 20 años.
¿Poder salvar vidas le hace a uno estar por las nubes?
-Cuando haces algo bien y el paciente sale adelante no cabes de grande ni por las calles más anchas; cuando no sale bien caes por la alcantarilla. Ayudamos lo que podemos, ponemos -o lo intentamos- toda la carne en el asador; a veces somos capaces, otras no… Tenemos un oficio maravilloso pero también muy duro.
¿España tiene una sanidad de altura?
-Sí, pero últimamente, con demasiada frecuencia, está entrando en pérdida y puede caer en barrena.
Como profesional sanitario, ¿qué asunto necesita un cambio de velocidad por parte del Ministerio de Sanidad?
-Sería importante que el usuario sepa lo que cuesta su asistencia, y habría que implicarle en los costes; evitar duplicar acciones complementarias. En suma, racionalizar las prestaciones.
¿Su afición le permite descargar adrenalina?
-Tal vez sí, aunque estar ahí arriba y moverse libremente es una sensación suave y mágica que puede cambiarse por muy pocas cosas.
¿Se lo prescribiría a algún paciente?
-Sólo a aquéllos que sin miedo buscan esa sensación.
¿Se ha planteado trabajar como piloto de helicópteros medicalizados para el transporte urgente de pacientes?
-O pilotas o atiendes al paciente. La hora de vuelo de helicóptero es muy cara, y el curso de piloto también.
¿Cómo se ven las cosas desde el cielo?
-Con una cariñosa sonrisa.
¿A quién elegiría como tripulante?
-A Sisinio de Castro del Pozo -ya fallecido-, que fue catedrático de Patología General en Salamanca: un maestro, un médico y un hombre.
Buen vuelo