La sonda espacial LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter) cuya misión es la exploración lunar se encuentra en órbita de servicio alrededor de la Luna desde junio de 2009 fotografiando la superficie de nuestro satélite natural y recogiendo datos de la misma mediante diversos instrumentos y experimentos. Ha fotografiado los lugares donde se posaron los seis vehículos Apolo que llegaron a la superficie lunar, donde quedó el módulo de descenso pues, como es sabido, para ahorrar peso y, por tanto, combustible, los astronautas regresaron en el módulo de ascenso, dejando el de descenso abandonado en la Luna…..

 

(como es igualmente sabido, y redundo, el módulo lunar se componía, a su vez, de dos módulos: los referidos módulo de descenso (la parte inferior, que contaba con cuatro patas articuladas para amortiguar el alunizaje, y la parte superior o módulo  de  ascenso).

De dichas fotografías, la NASA ha empezado a difundir en primer lugar las del Apolo 15 (el cuarto vuelo en llegar a la Luna de los 6 que se posaron en ella, que hubieran podido ser siete de no haber ocurrido el accidente del malogrado Apolo XIII). Aquel vuelo del Apolo XV tuvo como importante novedad el hecho de transportar hasta la Luna el LRV (Lunar Roving Vehicle) comúnmente conocido como “rover” lunar. A este primer LRV siguieron otros dos con los dos últimos vuelos Apolo (XVI y XVII). Ese vehículo, obviamente, permitió que los astronautas se desplazaran hasta una distancia del módulo lunar mayor de la que lo podían recorrer caminando.

Se puede considerar como el primer automóvil sobre la Luna, pues era un vehículo que tenía ser conducido por el astronauta sentado en el mismo, ya que no fue diseñado para ser utilizado mediante control remoto. Por el contrario, como los rusos no consiguieron poner cosmonautas sobre la Luna tuvieron que ingeniárselas construyendo un vehículo dirigido por control remoto desde la Tierra (el Lunojod, enviado a La Luna por el Luna 17). La NASA no necesitaba un vehículo por control remoto pues ya tenía a los propios astronautas que lo conducían. Paradójicamente, el gran adelanto tecnológico que llevaban los americanos a los rusos hizo que no estuvieran tan adelantados como los soviéticos en ingenios dirigidos por control remoto, repito, porque la NASA no los necesitaba (“la necesidad crea el órgano”, estableciendo un símil con la Teoría de la Evolución de las Especies).

En cambio, en el caso de Marte, la NASA es la única agencia espacial (hasta ahora) que ha conseguido enviar “rovers” robotizados, o sea, autoprogramables, a la superficie marciana, lo cual viene realizando desde 1997 con el “Sojourner” de la misión “Mars Pathfinder” y los posteriores ”Spirit”, “Opportunity”, etc. Aunque dichos “rover” pueden ser teledirigidos, sin embargo, teniendo en cuenta que la distancia Marte-Tierra oscila de menos de 56 millones de km en su punto más cercano a 399 millones en el más lejano de la órbita, las emisiones de radio tardan aproximadamente de 3 a 22 minutos, respectivamente, es decir, entre ida y vuelta (llegada de la información desde Marte y respuesta de la Tierra) pasarían de 6 a 44 minutos, por lo que en caso de encontrar un obstáculo en el camino, obviamente no daría tiempo a reaccionar si se utilizara el control remoto. En fin, que cuando llegara la información a la Tierra, el “rover” ya se habría estrellado. Por tanto, la única opción razonable es que sean autoprogramables y “decidan” ellos ante los obstáculos.

No sé qué dirán ahora los “conspiranoicos”, como se les denomina comúnmente a los que forman parte de esa corriente contracultural y acientífica que es partidaria de la “teoría de la conspiración lunar”, por la cual creen que el hombre no ha llegado a la Luna…

Esa corriente contracultural empezó como leyenda urbana, primero entre personas de bajo nivel cultural, extendiéndose después a parte del resto de la población aunque, según las estadísticas, dicha creencia acientífica sigue estando más arraigada entre quienes tienen una formación baja en cultura científica.

Paradójicamente, en nuestra sociedad, en la cual cada vez está más ampliamente implantada la tecnología, lo único que sabemos de ella es usarla, y nada más. El nivel científico de la población, curiosamente, ha descendido bastante (interesante tema de investigación para los sociólogos…)

Una de las teorías que explican la aparición de esta extraña “teoría de la conspiración lunar”, tiene su origen en una mala película de Hollywood (Capricornio Uno). Lo de “mala película” es según la crítica especializada, tanto estadounidense como mundial, y, a la vista del film, considero que no se equivocaron en la calificación).

Después, algún articulista sensacionalista y sin escrúpulos que no le importa lo más mínimo desinformar a la población con tal de hacerse notar, hizo el resto. Sin embargo, al lector inteligente difícilmente podrían engañarle, pues hay que pensar que en plena Guerra Fría era absolutamente imposible que se produjera una supuesta mentira sobre la llegada a La Luna pues, obviamente, los rusos no son tontos, y fueron de los primeros en obtener información de primera mano de la llegada de los americanos a La Luna gracias a los satélites espía soviéticos y otros medios científicos, cono los radiotelescopios que detectaron las conversaciones de los americanos en la superficie lunar a través de las emisiones de radio que captaron al dirigir los radiotelescopios hacia La Luna.  Por todo lo cual, los soviéticos reconocieron públicamente ante el mundo que los americanos les habían ganado en la carrera hacia la Luna, tras lo que los rusos abandonaron su proyecto de viaje a la misma (como todos sabemos, los rusos aún no han llegado). Ya no tenía sentido continuar, pues habían perdido, como comento, la “competición” en la carrera a la Luna.

Las conversaciones de los astronautas en la Luna fueron captadas además por varios radiotelescopios de todo el mundo: especialmente por el famoso radiotelescopio británico de Jodrell Bank.

Valga el siguiente matiz de ficción para especular que, como sigan así los “sensacionalistas”, el día menos pensado nos van a decir que los trasplantes de corazón no existen (por citar un logro de la misma época que el Proyecto Apolo) y pasando el tiempo crecería el número de ingenuos que lo creerían. Dirán: “Ah, yo no lo he visto, a saber lo que harán en los quirófanos…” Vuelvo a repetir que la frase precedente es, obviamente, una licencia a la ficción con una pizca de ironía, que además constituye una frase de lo más irracional y acientífico pues, como sabemos, hay en el mundo mucha bibliografía y muchos cirujanos, anestesistas, enfermeras, etc. que dan fe de los trasplantes; pero más difícil aún, si cabe, era no creer en la llegada a La Luna, que se retransmitió en directo por televisión a todo el mundo, y también existen muchos miles de técnicos que igualmente pueden atestiguarlo, pues trabajaron en ello.

El hecho de que la teoría de la conspiración lunar haya tenido cierto eco en la sociedad induce a pensar que nuestra sociedad está enferma (lo cual no supone afirmar algo nuevo). En efecto, dicha “teoría” constituye una alteración del juicio de realidad al suponer la negación de un hecho científico y de un hecho histórico: negación de la realidad (todos sabemos el nombre que tiene eso en Psiquiatría).

Teniendo en cuenta que la teoría de la conspiración lunar, considerada bajo un punto de vista exclusivamente jurídico, tiene tratamiento legal de calumnia (lo siento, pero como Médico especialista en Medicina Legal y Forense que soy, no he podido evitar mi deriva hacia lo jurídico), dejo la siguiente pregunta en el aire: Después de las calumnias generalizadas a la NASA por parte de dichos sensacionalistas, ¿no sería justo, precisamente, que la NASA tomara medidas legales contra ellos reclamando judicialmente indemnizaciones millonarias en todo el mundo por atentar contra el honor y el prestigio de esa institución científica, con injurias y, lo que es jurídicamente peor, con calumnias? Evidentemente, es una calumnia muy grave, pues dicen que la NASA miente. Supongo que para dicha institución científica debe muy duro padecer esa injusta situación, después del arduo trabajo que es de suponer tuvieron que realizar para conseguir poner un hombre en la Luna (mejor dicho, 12 en total).

Además, esas indemnizaciones multimillonarias supondrían una importante fuente de ingresos para la NASA, ahora que está afectada por recortes económicos, con lo cual, al final, se beneficiaría toda la Humanidad por la tecnología de retorno (la llamada transferencia de tecnología) que generaría avances en el resto de la Ciencia, la Tecnología y, no olvidemos, también en la Medicina. Todos conocemos los avances que ha habido en Medicina derivados del programa espacial…

Ovidio Fernández Martin

 

** Para ver las fotos de los surcos dejados por el Rover del apolo XV